martes, 30 de noviembre de 2010

Un postre estrella "MAJARETE"

qde0.jpg
He descubierto, con el pasar de los años, ahora que mis hijos abandonaron el "HOGAR", que la cocina, sin obligación me apasiona.
Cada día me levanto con el ALBA, entiéndase, cuando las gallinas se paran, y mi cabeza es un hervidero de !que preparo hoy!
Allí empieza todo un estudio minucioso de buscar recetas en los libros, Internet y recetarios de los cursos de cocina realizados.
Habitualmente, en casa, comemos comida fusión, la viajadera nos abre un mundo ilimitado de sabores y olores que son indescriptibles, adicional la cultura mexicana que tengo tan cerca, se mezclan con la nuestra, totalmente criolla y caraqueña, y las combinaciones de ingredientes que existen en casi toda latinoamerica, y sin embargo las mezclas son únicas en cada país.
Me gusta mucho y lo disfruto, el MOFONGO, que simplemente es plátano verde con ajo y nuestro querido y respetado Chicharrón; una exquisitez que no tiene desperdicio, claro que una arepa de chicharrón para nosotros es una delicia y ni que se diga de las hallaquitas de chicharrón picantes que hacia mi mamá, supremas en sabor e inigualables al paladar.
Ahora que el tiempo lo permite, estoy investigando y preparando los dulces de mi infancia, con mucho miedo, y después de leer, buscar e investigar, me atreví a preparar el MAJARETE, que sorpresa, los recuerdos volaron y cantaron, los sabores inundaron mi paladar con recuerdos increíbles y prometiendo que rescatar nuestras tradiciones bien vale la pena.
Que rico poder salir a comer y que en la carta tuvieran nuestro postre estrella, y que decepción cuando "SIEMPRE" la carta de postres es tan escueta como las atenciones recibidas en los restaurantes, ese es capitulo aparte, y adicional descubrí que se puede vestir de gala con un poco de melado de papelón por encima y coco rayado de adorno, listo para cualquier pasarela del mundo, y claro su sabor delicado que se esfuma por todo el paladar inundando de placer nuestra alma.
Volvamos a lo nuestro, y deleguemos a nuestros hijos, esos sabores y olores que harán, cuando ya no estemos, las delicias de nuestros nietos y que su cocina siempre huela a la de mamá, que al final solamente es la COCINA DE VENEZUELA.